miércoles, 30 de mayo de 2007

La muerte es "Universal"

Un lugar de leyendas de desconocidos donde sólo se le tiene miedo a los “vivos” La muerte es "Universal"

  • José Luis Salazar y Mario de Jesús Vásquez, sepultureros del Universal, contaron como en una de las múltiples exhumaciones que allí se realizan, al sacar el ataúd encontraron que el difunto había perdido su cabeza; ésta nunca se pudo encontrar.
  • Aunque El Universal ha cambiado desde que en él se enterraban hasta 40 NN semanales, hoy sigue siendo el cementerio de los pobres.

Hery Stephen Arboleda L.

mundoprensa@yahoo.com

Pedro Nel Gómez soñó un día con un parque para muertos de todos los estratos, donde en medio del dolor ricos y pobres encontraran regocijo en la visita a sus seres queridos, una obra que el mismo se propuso erigir y que con el tiempo se convirtió en el último refugio de los desconocidos: El Universal.

Aunque este campo santo no se parece ya mucho al tétrico escenario decadente de los años 80, todavía conserva ese halo de incertidumbre que produce la soledad de los muertos sin dolientes.

Ema Ayala Tabares, administradora en propiedad del cementerio El Universal desde hace tres años es testigo de los cambios que al ritmo de la ciudad ha dado este campo santo. “Aquí hubo muchos problemas de seguridad, ahora tenemos vigilancia las 24 horas, habían atracos, profanaciones (...) ahora lo que queremos hacer es que este sea un campo de vivos”, dice con optimismo la funcionaria.

Una época enterrada

-A las 4 de la tarde, de un día cualquiera de esos años de los 80 y 90 que es mejor olvidar, un entierro con olor a jolgorio y marihuana entraba en procesión al Universal; tres tonadas, cual banda sonora, retumbaban a todo volumen en una grabadora vieja que apenas funcionaba con pilas-.

“Aquí tocaba escuchar una canción de Metallica, después sonaba...(¿como es que dice?)... eres mi hermano del alma realmente mi amigo, y para rematar con disparos al aire ponían Nadie es eterno”, cuentan entre risas José Luis Salazar y Mario de Jesús Vásquez, sepultureros del Universal.

Y es que a pesar de tener tantos años de funcionamiento este cementerio en especial se caracterizó por inhumaciones de pandilleros, “traquetos” de baja monta y cientos de NN, que la guerra del narcotráfico en Medellín dejó como testigos bajo tierra de una violencia, que ahora se recuerda en textos históricos o en libros que no alcanzan a recuperar toda la verdad.

“Yo me acuerdo de bandas como la de “Los Lecheros”, “los Carruseles”, cuando venían a enterrar uno de sus “parceros” venían todos armados, si veían la policía tiraban todos los “fierros” por ahí en las mangas. Otras veces montaban su propia seguridad por si venían los enemigos y ahí sí se ponía caliente (...) cuando uno iba a enterrar ya al difunto lo amenazaban; que por qué vas a enterrar mi “parcerito” en ese pantanero, que no lo voy a dejar ahí (...) pero al fin de cuentas nunca me pasó nada”, dice José Luis.

Más allá - Calaca inevitable

Desde niños nuestra cultura nos ha hecho pensar que la muerte es algo extrínseco, representado en una calaca que viene desde el país de los muertos y nos asesina, un esqueleto de mantos negros que empuña aleve una guadaña y nos manda a descansar en paz. No obstante sabemos que esta visión es una alegoría que representa, sin duda, lo poco que sabemos a ciencia cierta de este estado letárgico e inerte. Sin embargo limitarnos a promulgar las creencias del más allá, nos deja siempre dudas que hasta ahora son insalvables, la muerte tiene otras facetas, otros matices que nos acercan al más acá de una manera tangible, tanto como podemos ver en el refugio de los muertos, en la calma exasperante de los cementerios, que se ve solo entorpecida por los vivos que siguen creyendo que los del otro lado todavía los necesitan, o que pueden visitarlos, o que pueden categorizar su descanso con estrafalarios mausoleos, como en el cementerio San Pedro, o pisotear su identidad con un NN en El Universal.

Algunas tumbas se ven enrejadas, la verdad no se sabe si por la inseguridad o porque es posible que un alma furtiva trate de escapar del tedio de un campo silencioso y vacío.

Ahora en El Universal hay incluso un pequeño parque infantil, las tumbas parecen más organizadas y según los celadores, ya los indigentes y consumidores de alucinógenos han optado por no irrumpir en el campo santo.

Los irreconocidos

-La identidad es una pertenencia que no debería ser coartada ni en el más extremo de los casos, la identidad se cultiva durante la vida y en la muerte permanece en la memoria, claro, si hay una huella-.

Según los testimonios de los sepultureros, hace unos años hubo un día en que enterraron 40 personas en un solo día, hoy según las cifras del cementerio la falta de trabajo para los enterradores es común, muestra tangible de la reducción de la violencia desaforada en la ciudad.

Sin embargo aún siguen llegando semanalmente entre cuatro y cinco NN al campo, NN que ya no se inhuman en fosas comunes que se improvisaron en los 80; Ahora cada uno tiene una fosa y permanecen a la espera de ser recordados por quienes un día les vieron o les hablaron, por quienes les parieron, o por cualquiera que cambie el número de una cruz de cemento por un nombre.

¿Miedo a qué?

-Lúgubres, entre cruces apiladas encima de la tierra o en bóvedas prestadas a quienes como buenos inquilinos no molestan a sus vecinos, los habitantes del Universal ni se sienten, no protestan, no sufren, no lloran; ni siquiera asustan-.

Paz, exasperante silencio que estremece, a veces muchos quisieran que por lo menos algo pasara, que un día la adrenalina de los vivos fuera exaltada por la actividad de uno que no lo está, pero no, los muertos, muertos están.

“Yo sólo llevo tres días trabajando aquí y todavía no me ha tocado el turno de la noche, sin embargo a mí que miedo me va a dar”, cuenta Pedro Londoño, recién llegado vigilante.

“En año y medio que llevo aquí lo único raro que me ha pasado es que logramos capturar unos tipos que atracaron un bus de Robledo, y se metieron aquí sin saber que nosotros estábamos pendientes”, dice por su parte Edward Saltarín, celador del Universal.

Debe ser que ya no pasa nada en los campos santos, ya ni profanaciones de satánicos, ni historias de fantasmas abruman estos lugares que así parecen más olvidados todavía; al fin y al cabo como aseguró don Pedro,”a los únicos que hay que tenerles miedo es a los vivos...y a las mujeres vivas”.

Del cine a la realidad


Con una historia de 102 años, el cine de hoy es la muestra de que en la pantalla todo puede pasar, que la ficción llegó a límites donde sólo la imaginación había posado, sin embargo la realidad expuesta, fría y sin escrúpulos supera cualquier sensación producida en el celuloide.


Hery Stephen Arboleda L.
mundoprensa@yahoo.com

Hoy hay tantos géneros en el cine como aficionados a ellos, sin embargo entre los llamados “proscritos” se encuentran los filmes que pocos oscares se ganan, que se hacen con un escaso presupuesto y que finalmente sólo buscan entretener. El terror y sus hermanos de serie B se cuentan entre ellos.
Con la monumental industria del cine actual el espacio para los cineastas de “bajo perfil”, que con una escasa inversión esperan producir una fortuna, se ha reducido a tal forma que sólo el video ha salvado sus carreras, sin embargo estas limitaciones han propiciado el surgimiento de otras formas de ver la pantalla, creando un peligroso submundo de filmaciones “caseras”, que incluyen la pornografía, los cortometrajes, la producción para Internet y finalmente las snuff movies, último peldaño del reality, y por ahora un mito que apenas comienza a descubrirse, en el que se muestran las mayores perversiones, con el aditivo de ser 100% reales.

Sangre y diversión
El género del terror nunca ha sido bien visto por los “presuntuosos” miembros de la Academia, éste nunca ha figurado notablemente en una entrega de los oscares y fue relegado desde el inicio para aficionados algunas veces tachados de irreverentes, antisociales y hasta “raros”.
Como todas las formas de hacer cine, el terror se diversificó rápidamente en subgéneros como el thriller*, el gore*, y las snuff*, entre otras.
El gore, el rey indiscutible del terror de los 80 comenzó realmente en los 60, cuando apenas nacía sutilmente la pornografía comercial, y cuando los filmes clásicos requerían una completa renovación, y aunque se conocían majestuosos intentos de este cine (Nosferatu, o Drácula con el inolvidable Bela Lugossi), la industria exigía ir hasta el extremo.
Un director sin renombre en Hoolywood, Herschell Gordon Lewis, estrenó en 1963 su opera prima “2000 maniacos”, creando sin querer, como el alguna vez afirmó, el género gore, con una consigna que después acuñaría ciertamente el crítico Jordi Costa: “Como en el caso del porno, el gore se define por una exigencia de contenido bastante inelegante: si no hay cine porno sin eyaculación, no hay cine gore sin mutilación. Con un matiz: si no hay cine porno sin coito real, no hay cine gore sin crimen simulado. A diferencia del porno, el gore entonces se dispone a engañar al espectador “. -Gore finalmente significa “sangre derramada”-.
Personajes clásicos, monstruos (freaks) y asesinos en serie comenzaron una evolución que se fue diluyendo en el tiempo: Freddy Krueguer con un guante de navajas destruía a los jóvenes desde los sueños, Jasson repartía “machetazos” en “Viernes 13”, un muñeco malévolo, mejor conocido como Chucky, mataba a diestra y siniestra, y cientos de zombies buscaban “cerebros frescos”. -Fue toda una época para los productores, que vieron sus arcas llenas a cuenta de los aficionados-.

La realidad sin cortes
Rápidamente las generaciones que disfrutaron con la ficción sanguinolenta, crecieron, y el género volvió a ser tan subterráneo como al principio; creció una nueva identidad, una nueva “sangre” influenciada por la tecnología, la televisión y la Internet, que buscaba emociones extremas, límites a los cuales la ficción ya no podía llegar.
La tendencia de buscar “actos extremos” sacó del mito a la pura realidad las llamadas snuff movies, hijas del “Mondo”*, que presentan grabaciones, generalmente poco profesionales, de asesinatos, violaciones, torturas, suicidios y aberraciones sexuales totalmente reales.
Al comienzo se pensó por los críticos e investigadores que sólo era un mito, pero ahora en la Internet se pueden encontrar tan fácilmente, que son precisamente los adolescentes quines conforman la mayor cantidad de fanáticos.
Aunque el verdadero snuff, radica en la preparación minuciosa del video, la mayoría de los que se encuentran en la red son grabaciones accidentales.
Las páginas que muestran estos videos se promocionan sin censura y ya han publicado célebres cintas, ya famosas en los medios de comunicación y que son el “domicilio” del snuff, directo al televisor. Entre estas podemos recordar la cruel grabación de la muerte de un soldado americano, donde se ve como extremistas islámicos le cercenaban la cabeza con un cuchillo.
Con estos antecedentes es posible que Drácula, Freddy y cuanto asesino en serie que haya aparecido en el cine son simples personajes “ficticios”, ya nada aterradores. –El verdadero terror está en la realidad, y a un clic de distancia-.
Espere en el próximo ENFOQUES la segunda parte de este artículo.



*Thriller: Hace mucho, mucho tiempo, el genero policiaco de suspense, que primaba la tensión por encima del problema o del contenido sociológico.
*Gore: En ingles, literalmente, sangre derramada, chorro de sangre. Termino acuñado para escribir el genero de terror mas grafico y directo, o bien determinadas escenas de algunas películas en concreto.
*Mondo: Termino procedente de los primeros documentales sensacionalistas italianos. Ha quedado como sinónimo de todo film documental, falso o no, que trate temas escabrosos, escatológicos, tremendistas y amarillos ("Holocausto canibal").
*Snuff Movies: Un mito consistente o una realidad aterradora. Teóricamente, se trataría de filmaciones semiprofesionales de asesinatos y torturas reales, realizadas con actores aficionados que, desde luego, no pueden volver a repetir su papel.



























martes, 29 de mayo de 2007

Un paraíso con nombres sugestivos

Hery Stephen Arboleda L.
mundoprensa@yahoo.com

La creatividad de los paisas para todo aquello que implique el doble sentido es bien reconocida en todo el país, las trovas, la música de carrilera del difunto Octavio Mesa y el tradicional humor de vereda, nos dan un poco de aquello que se piensa y no se dice.
Tal vez sea un problema cultural, o sencillamente el paisa sea un mal pensado, pero ¿qué se puede decir cuando invitan a un chapuzón en el Bizcocho, o en El Gallo?
En el municipio de San Rafael, enclavado en el Oriente antioqueño, todo tiene un doble sentido, tal vez inocente, pero doble al fin y al cabo. Y es que no se puede decir que en este municipio de tierra tan caliente como sus habitantes, los nombres de los sitios más concurridos por turistas y foráneos tengan adrede nombres que hagan pensar “cosas”, sólo es que la perspicacia del paisa busca la gracia hasta en las más pequeñas sutilezas del lenguaje.

Sin embargo, si no es por lo menos suspicaz, si es muy curioso que en San Rafael los magníficos balnearios naturales, únicos en su especie en Antioquia, tengan nombres tan sugestivos como El Bizcocho, El Churimbo, y El Gallo, este último coronado por el ya famoso estadero Las Tangas, donde año tras año por los primeros días de enero se celebra el Festival de las Tangas, donde las beldades de los pueblos calientes del Oriente muestran sus cualidades ante cientos de turistas, en el marco de las Fiestas del Río.

Por lo tanto, no es raro, ni siquiera vergonzoso, que los habitantes de este municipio inviten a los visitantes a broncearse en El Bizcocho, a disfrutar el Churimbo, y no faltará tampoco quien convide a subir a Las Tangas para ver El Gallo desde arriba.

Si el viajero no sabe quiénes son las “grillas”, seguramente le indicarán que se pase con mucho cuidado por la Zona Roja, que como en casi todos los pueblos antioqueños encabeza la entrada principal al casco urbano, y que no hace falta especificar de qué se trata, porque si usted es paisa y lee esto, sabrá muy bien, por deducción y por mal pensado de qué se le está hablando.

A pesar de la maldición, que cuentan los habitantes, echó un cura a los libidinosos asistentes del Festival de las Tangas, de la situación de orden público que sufrió esta población y de las ganas de los moralistas de cambiar la tradición; San Rafael sigue siendo frecuentado por cientos de gomosos de los charcos, del sabor de la tierra caliente y de la amabilidad sincera de los habitantes que no se preocupan por los vericuetos del lenguaje.

Ya sabe, si usted visita San Rafael no se sonroje si le preguntan si le gustó el Churimbo, mejor recomiéndelo a sus amigos y dígales que como El Gallo de San Rafael no hay ninguno.